Introducción de un libro de actualidad

Ahí va un post de los de estar aburrido en una tarde medio lluviosa. Aviso, no hay fotos, allá cada cual…
Tenía un amigo en la universidad que estaba flipado con la introducción de un libro de biología de COU. Me imagino que sería una introducción de esas guapas que consiguen relacionar una mitocondria o un aparato de Golghi con el incalificable hecho y arte de vivir. Escrita supongo por uno de esos malabaristas del conocimiento y la comunicación que, por un instante, te hacen consciente de que tanto nuestras preocupaciones y tristezas como nuestras inquietudes e ilusiones se reducen tras el prisma de la ciencia a reacciones químicas y mutaciones genéticas aleatorias. Todo dentro de un espacio y un tiempo, claro está!
Pues bien, aunque aparentemente no venga al caso, por circunstancias, de repente, otro amigo mío se ha hipotecado. Y la situación no puede resultar más obscena. Resulta que este coleguilla sin ser rico tampoco pasa apuro económico y tiene un trabajo estable. Y así, cargado de razones y con el respaldo que te da el hacer lo que es “normal” hacer para la gente de una determinada edad en una determinada sociedad, pues así empezó a ir de banco a banco. Un negocio con patas, EL NEGOCIO!!! Dispuesto, sin que nadie le hubiera encañonado para ello, a ofrecerse al de la ventanilla a estar pagando a su banco/caja durante unos cuarenta añitos mucho más dinero del que el de la ventanilla le iba a dar a cambio. Y para que el otro se sintiera un poco más tranquilo además le iba a dar garantías de pago enseñándole las nóminas y el contrato. Además, también le iba a ofrecer que, si por lo que sea no pudiera pagarles uno o dos meses que se sintieran libres de quitarle el piso o incluso el piso de sus padres, que también iban a participar en el negocio.
Mi amigo, iluso, pensaba que estaba ofreciéndoles el mejor negocio del mundo. Por eso se sorprendió muchísimo cuando aún y todo se encontró con todo tipo de problemas y el banco le contestaba como si el verdadero negocio se lo estuvieran ofreciendo ellos a modo de favor, como quien practica caridad. Y todo esto le llevó a pensar en cómo se las apañaría la gente que estaba en peor situación que él y en cómo se había llegado a esta situación…

Conclusión historiada de mi amigo:

Todo debió empezar cuando el mono empezó a ser hombre para los darwinistas; o cuando por medio de una fábula reforzadora de cada credo particular el hombre apareció de la nada para los religiosos. Comíamos, bebíamos, dormíamos, hacíamos nuestras necesidades sin limpiarnos y nos reproducíamos.
Y llegó el taparrabos, la rueda, la organización social, la jerarquización, la agricultura, la ganadería,… Y aumentó el nivel de necesidad, y aumentó el deseo de posesión, y empezaron las desigualdades y, cómo no, se desigualaron las necesidades. Los unos desesperaban por comer cada día y los otros lo hacían por conseguir aquello que, por convención social, era más valioso. Por ejemplo el inútil oro o inmensas cantidades de tierras que nunca jamás serían capaces de pisar o siquiera conocer.
Y así, sin saber muy bien como, el hombre creó un mecanismo autopropulsado, deshumanizado y absolutamente fuera de control o, dicho de otra manera: aparentemente controlado por unos pocos especialmente controlados por el mismo.
Y aquí está la paradoja, esta situación ingobernable, fruto de infinitas interrelaciones socio-económico-político-…-culturales entre los millones de personas que cada momento existen y viven tiene seguramente su razón en la naturaleza individual y egoísta de nuestra especie. La misma naturaleza que nos hace pensar que no podemos cambiar nada con nuestros actos, que es el sistema el que debe cambiar.
Y así nos hemos plantado en un mundo hecho por y para el hombre (como es lógico), en el que cada vez que en nuestra vida individual topamos con el “sistema” es fácil sentir que vivimos en un mundo hecho por y contra el hombre.
Y así nos asalta una incómoda y extraña impotencia, de no poder resolver como individuos los problemas debidos a vivir en un mundo hecho por individuos.
Por suerte a nadie le obligan a ser pesimista y, sorprendentemente, aún con todo, el mundo merece la pena y está lleno de cosas buenas si las sabes mirar. Y pequeñas necesidades que nos “esclavizan” las convertimos con un par de esquís anchotes nuevos o una bici de doble (cada loco con su pedrada) en ilusiones y sensaciones que nos recuerdan que en nuestra mano está, por suerte, cómo vivir nuestras vidas y cómo existir en el mundo.
Pues nada, un poco de reflexión ociosa. Consciente de que pensar esto significa no tener preocupaciones de las de verdad, de las de comer, beber y dormir. Somos unos privilegiados y espero que si alguien lee esto se sienta como tal. Y si algo va mal, seguro que parte de la solución la tenemos dentro, será mejor buscarla que quejarse… digo.
Saludos y la vida sigue, lo siento por la chapa.